Tener un hijo enfermo grave te cambia la vida para siempre, tus planes, sueños y metas se ven redirigidos hacia un nuevo destino, el cual puede ser incierto y tortuoso. Vivir todos estos cambios en pareja ayuda a que la aceptación, y el transitar por este camino desconocido, sea un poco más llevadero. Sin embargo, es la pareja una de las entidades familiares más descuidas cuando surge un diagnóstico de este tipo, ya que se le suele restar prioridad a la vida matrimonial.
La cantidad de tiempo y esfuerzo que requieren los cuidados de un hijo con una enfermedad grave puede afectar a la relación de pareja, incluso cuando ambos estén de acuerdo en mantener la vida familiar lo más “normal” posible. Al surgir las dificultades cada miembro de la pareja tiene su propio modo de sentir y actuar ante la enfermedad, la falta de comunicación, de tiempo compartido, la economía familiar, la tristeza, los sentimientos de indefensión e impotencia, son algunas de las causas que interfieren considerablemente en la relación de pareja.
Por tanto, recuerda que cuando cuidas de tu pareja estas resguardando uno de los pilares fundamentales de tu familia. Recibir asesoría de pareja u orientación para reajustar la complicidad, fortalecer lazos de amor, la escucha y el trabajo en equipo puede ser clave para que la pareja se mantenga sólida, unida e inquebrantable.
No dudes en pedir ayuda, tus hijos necesitan unos padres fortalecidos .
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